Licenciada en Nutrición Allyson Monzón

comer vegetales

Los vegetales en la alimentación: del rechazo al disfrute.

En mi experiencia acompañando procesos de mejorar la alimentación he visto que el consumo diario de vegetales, en muchos casos, puede aparecer como una gran dificultad. En este artículo te cuento algunas de las reflexiones que he tenido al respecto y también un caso real donde con un cambio de percepción de una persona que rechazaba enormemente las verduras permitió el reencuentro con este maravilloso grupo de alimentos.

El maltrato a los vegetales

¿Qué imagen tenemos de los vegetales? Si no tuvimos referentes en casa o alguien cercano que nos hiciera propuestas de verduras interesantes seguramente asociemos los vegetales a lo que hemos visto en hospitales, calabazas hervidas o ensaladas básicas de lechuga y tomate (muchas veces en condiciones poco frescas). O lo que vemos en muchos los bares, ensaladas que no tienen gracia ni cuidado.

La “mala fama” que tienen las verduras muchas veces también se pudo haber originado en la infancia, donde esta asociación negativa también la tienen madres y padres, y la trasladan a sus hijxs. A su vez también pudo haber situaciones conflictivas donde se “obligaba” a comerlas como si fueran un castigo.

Dichas referencias generan una gran percepción negativa de este grupo de alimentos. A este apartado le llamo “el maltrato a las verduras” porque creo que es lo que define mejor lo que quiero decir. Reducir nuestra imagen sobre este grupo de alimentos a esas asociaciones realmente es tener una idea de las verduras maltratadas.

Las verduras son el grupo de alimentos que seguramente nos brinde más variedad de sensaciones, texturas, aromas, colores y sabores. Es una lástima que muchas personas tengan esa asociación negativa, pero lo bueno es que esto se puede revertir.

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El rechazo no es lo natural

Siempre me gusta traer el concepto de que lxs humanxs somos animales, nuestro organismo está perfectamente diseñado para consumir alimentos que brinda la naturaleza, entre ellos, por supuesto, los vegetales.

Si bien nuestra biología funciona igual, se manifiesta de formas distintas, dependiendo de la individualidad de cada persona. Nuestra alimentación está atravesada por una infinidad de factores, entre otros, la cultura, nuestra historia personal, la experiencia alimentaria, las preferencias, pensamientos, creencias y emociones asociadas. En estos factores puede estar el obstáculo, por lo cuál es importante indagar en profundidad para encontrarlo y hacer algo al respecto. 

Cuando una persona me dice: no me gustan las verduras. Se que hay un problema que no tiene que ver con el “sabor”, sino con algo más profundo. En estos casos es necesario ver que hay más allá de ese rechazo para entender como se originó y poder modificarlo para tener mayor alivio.

Podría contarte múltiples casos de personas que rechazaban los vegetales y que ahora les encantan. Si tenés intención de mejorar tu alimentación y los vegetales te generan rechazo, el primer paso para un cambio puede ser identificar de dónde se origina ese rechazo y empezar paso a paso a cambiar la forma de percibir los vegetales. Por ejemplo: podés buscar una receta que te inspire, probar alguna nueva manera de cocinar algún vegetal o incluirlo en alguna preparación que te guste. La idea es que se pueda establecer una percepción de disfrute en torno a este grupo de alimentos.

Un caso real: del rechazo al disfrute diario

Hace unos meses, en la primera sesión con una chica cuando hablamos de su alimentación actual me dice: “siento un rechazo profundo por las verduras”. Cuando me encuentro con una frase así, tan tajante, sea con el alimento o situación alimentaria que sea, sé que es necesario profundizar, porque la experiencia me dice que ese rechazo está mostrando algo más. Al ahondar en el tema, me cuenta que en todas las dietas que hizo tenía muchísimos alimentos prohibidos y el único grupo de alimentos que podía comer cuánto quisiera eran las verduras. Eso le generó rabia contra estos alimentos. A su vez, las recetas que tenía (o le daban) con verduras le parecían feas, no le apetecía hacerlas ni comerlas.

Trabajamos en este aspecto, sobre todo en cambiar la perspectiva que tenía de las verduras. Al generar una percepción positiva, integrando el disfrute y recetas sabrosas, al mes de iniciar el proceso, estaba consumiendo verduras casi a diario y super contenta con el cambio.

No me voy a cansar de remarcar la importancia de que la alimentación debe ser disfrutable. Negarlo sólo nos genera más dificultades, es negar una parte muy humana e importante de nosotrxs mismxs, el placer. Desde mi persectiva, una alimentación saludable debe considerar el disfrute de comer. Y por supuesto, que las verduras pueden ser alimentos exquisitos. Es necesario cambiar la percepción y animarnos a hacer algo diferente. Cuando se da lugar a la creatividad, este grupo de alimentos nos ofrece infinitas recetas y preparaciones, nutritivas y a la vez riquísimas.

Creo que una manera muy importante de mejorar los hábitos, tanto sea para consumir más verduras como puede ser con otros alimentos o situaciones es disfrutar del proceso. No es lo mismo intentar hacer un cambio que no vas a disfrutar, que hacerlo sabiendo que tenés la posibilidad y el derecho de sentir placer por tu alimentación.

Nutricionista Allyson Monzon

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