Lamentablemente muchas personas que tienen un vínculo frustrante con su alimentación, creen que así debe ser, que no hay solución y no llegan a cuestionárselo. Otras, que distraídas por su día a día no se detienen a pensar en situaciones que repiten a diario y le hacen daño.
No te imaginás la cantidad de excusas que he escuchado en este tiempo para no iniciar un proceso de cambio con la alimentación. El problema mayor es que quedarte en ese lugar sólo te va a generar mayor frustración, disminuyendo cada vez más tu autoestima. Quejarte de tu alimentación sólo te deja en un lugar pasivo, además la energía de la queja es muy baja y va a repercutir en las situaciones de tu vida diaria, ves todo más negativo y pensás que las cosas TE pasan, cuando en realidad pasan, mientras vos te quejas.
Los psicólogos James Prochaska y Carlo Diclemente desarrollaron el modelo “Etapas del cambio” que se aplica para los hábitos, en el cuál la identificación del problema es uno paso muy importante para resolverlo. Así que si te sentís identificada con algo de lo que estás leyendo podés sentir que ya estás en camino
A continuación, te comparto 5 señales de que podés necesitar un cambio en tu alimentación.
1 – Comer en piloto automático.
Puede pasar de distintas maneras. ¿En algún momento te preguntaste porque comes lo que comes? Ya sea en calidad o en cantidad.
¿Te ha pasado que estas mirando una serie y sin darte cuenta comiste en gran cantidad?
¿Alguna vez leíste los ingredientes de un alimento o investigaste de dónde viene lo que comés?
Esas elecciones diarias son las que marcan la diferencia. Son actos repetidos durante mucho tiempo, que están muy arraigados.
Si en ningún momento cuestionas o te informas sobre los alimentos que estás comiendo podés estar eligiendo alimentos, que, si tuvieras más información, no los elegirías.
2 - Creer que el hambre es tu enemiga.
¿Te aguantas para no comer cuando tenés hambre? ¿Te pone de mal humor sentir hambre?
El hambre es una señal natural del cuerpo que te indica la necesidad de recargar energía.
Luego, lo que hay que ver es si es hambre biológica realmente. Pero en ninguno de los casos te recomiendo que lo veas como algo malo. En caso de ser hambre biológica, tu cuerpo te está diciendo que necesita alimentarse. En cambio, si no es hambre genuina, hay que prestar atención a que es lo que está disparando ese impulso.
Te puede interesar este artículo: 3 emociones asociadas a la alimentación
3 - Sentir culpa de forma habitual después de comer.
Si luego de comer te encontrás diciéndote que eso que comiste está mal o que no deberías seguramente estás necesitando un cambio en tu vínculo con la alimentación.
La culpa aparece a partir de un diálogo interno destructivo, esa voz interna que emite un juicio sobre lo que comiste, muchas veces independientemente su calidad o cantidad.
Hace poco una consultante me dijo: “Me pasa que como una cantidad que se que está bien para mi pero aún así siento que es mucho y aparece la culpa”.
La culpa es una emoción que logra interferir en tu vínculo con la alimentación, y se hace un “hábito”. De hecho, hay personas que no saben comer sin culpa, y por tanto no logran disfrutar.
4 – Tener una alimentación desordenada
Y con esto no me refiero a tener tus propios horarios de comidas, ya que yo no creo que debamos realizar estrictamente cada tiempo de comida, sino que debemos adaptar nuestra alimentación a las necesidades (hambre y saciedad) y a los tiempos de cada persona.
Sino que me refiero a que no hay ninguna organización de nada. Te pongo algunos ejemplos para ser más clara:
- Quedarte sin alimentos en casa e ir al super a última hora o comer cualquier cosa sólo para saciar el hambre.
- No llevarte nunca comida al trabajo, y depender de lo que encuentres en el momento.
- Pedir delivery varios días a la semana.
- No atender tus necesidades de comer y saltearte comidas porque te quedaste haciendo otra cosa, y que te pase seguido.
No estoy diciendo que no puedas pedir delivery de vez en cuando o que compres comida pronta. El tema es que tan seguido te pasa esto de quedarte sin opciones. Y si lo hacés porque realmente tenés ganas o como consecuencia de la desorganización constante.
Acá es importante revisar que elecciones estás haciendo. Los problemas principales son que hacer esto es insostenible a largo plazo, que no genera un vínculo saludable con la alimentación y además estás gastando muchísimo más dinero del que gastarías si te organizaras un poco.
Y no hablo de tener un plan semanal perfecto y seguirlo al pie de la letra, pero si de tener un mínimo orden para que no te veas con el agua al cuello cada vez que vas a comer.
5 - Estás cansada todo el tiempo
Acá es necesario decir, aunque seguramente ya lo sepas, pero es super importante tener un buen descanso, el que se adapte a vos, según tu actividad y la necesidad que tengas de horas de sueño (lo que se recomienda habitualmente es que sea entre 6 y 8 horas).
La falta de energía vital, o de concentración pueden estar mostrando que es necesario alimentarte mejor. Quizás no estás dándole a tu cuerpo lo que necesita, nutrientes reales en la cantidad y calidad necesaria que se ajuste a tus necesidades.
El cansancio puede ser una consecuencia de un cuerpo al que le falta alimento, pero también de aquel que está alimentado en exceso. En esos casos es oportuno revisar y hacer los ajustes que sean necesarios para que puedas tener más energía vital. Una buena estrategia hace que puedas disfrutar de tu energía vital, que es el estado natural del cuerpo.
Lo normal es la salud, y cuánto más le damos al cuerpo lo que necesita, mejor va a funcionar.
Estas son algunas señales de que podés estar necesitando un cambio en el vínculo con tu alimentación. Poder dedicarle parte de tu tiempo y energía a recomponer este vínculo te va a traer mucha satisfacción, bienestar en distintas áreas de tu vida, pero la más importante sin dudas va a ser que te vas a sentir mejor con vos misma.
