Licenciada en Nutrición Allyson Monzón

Imagen de la luna ocultándose

El problema con la alimentación: lo que se ve vs lo que no se ve

Desde la tierra sólo podemos ver una cara de la luna, pero sabemos que tiene otra oculta. Supongamos que el vínculo con tu alimentación es como la luna, si sólo nos quedamos con lo que se ve, nos estamos perdiendo una gran parte de la información.

El problema es que existe la creencia de que los retos vinculados a la alimentación se resuelven sólo considerando lo que está en esa cara vista. Pero si vemos lo que está en la cara oculta podemos encontrar información muy valiosa sobre lo que hay detrás de los desafíos que se viven y su origen.

Generalmente se cree que para resolver los temas con la alimentación basta con contar calorías, categorizar a los alimentos en “buenos o malos”, hacer ejercicio y tener fuerza de voluntad, muchas veces incluso sumando castigo y sufrimiento.

Desde mi experiencia y búsqueda de cómo mejorar realmente nuestro relacionamiento con la alimentación me animo a decir que esos aspectos en realidad no son los que cobran importancia a la hora de lograr un vínculo sano, de hecho, hasta tienen efectos negativos en el establecimiento de esa relación.

Listado de los aspectos que se ven y no se ven en la alimentación

En este artículo quiero centrarme en lo que no se ve, para darle mayor visibilidad.

En la cara oculta encontramos aspectos más profundos, la raíz del desafío que estés viviendo, información poderosa que condiciona el bienestar.

Vamos a ver algunos ejemplos de lo que podemos encontrar en la cara oculta.

Historia personal con la alimentación:

Al mirar atrás y ver cómo aprendiste a vincularte con los alimentos podés darte cuenta de cómo eso puede estar obstaculizando el vínculo actualmente.

¿Hiciste dietas? ¿Qué aprendiste a partir de eso? ¿Cómo fue esa experiencia?

A su vez también pueden aparecer heridas que traemos desde la infancia como haber sentido humillación, rechazo, injusticia, abandono o traición. Y que, por decisiones en etapas muy tempranas de la vida, quedó ese sentimiento asociado a tu vínculo con la alimentación.

Por ejemplo, si tenés recuerdos de que fuiste criticada o desaprobada por tu aspecto cuando eras niña y ahora sentís que tenés que dar explicaciones por cómo te ves o restringir tu alimentación por el qué dirán.

Factores emocionales:

Podes estar tratando de evitar sentirte de una manera que no te gusta por medio de tus elecciones alimentarias. Este mecanismo puede aparecer asociado a un momento puntual, o como regla general.

¿Habitualmente te pasa que comés cuando sentís enojo o tristeza?

¿Hay ciertas emociones asociadas a alimentos puntuales en tu rutina?

Por ejemplo, te enojás con un compañero de trabajo y al volver a casa te compras un paquete de galletitas y te lo comés todo casi sin darte cuenta, cuando en realidad no tenías hambre.

Creencias limitantes:

Pueden ser pensamientos que no te detuviste a pensar, y que los tenés en piloto automático en tu mente desde hace mucho tiempo.

¿Ponés en duda tu valor personal?

Las creencias limitantes asociadas al vínculo con la alimentación suelen ser sobre tu identidad, por ejemplo, puede que pienses que no sos capaz de llevar adelante un cambio. O quizás que no te mereces disfrutar de una alimentación saludable.

Estas creencias limitan una nueva forma de accionar, y no te permiten alcanzar una tranquilidad alimentaria.

Patrones alimentarios familiares:

Son ciertas reglas que se establecen a nivel familiar en cuánto a la calidad o cantidad de alimentos que se eligen.

Estos patrones están a un nivel muy inconsciente y por tanto tan arraigados que se creen como reales y no se llega a cuestionarlos.

¿Cómo se vinculaban en casa con la comida? ¿Era estresante compartir la mesa familiar? ¿Cuáles eran las preferencias y rechazos?

Por ejemplo, si en tu casa no se consumían ciertos vegetales, y al día de hoy nunca los probaste y los evitas sin saber si realmente te gustan.

Incoherencia:

La incoherencia se establece cuando tu alimentación no responde a tus valores e identidad.

Puede que te alimentes de cierta manera que en el fondo no quieras hacerlo, pero lo haces porque alguien dijo que eso era útil para tener una alimentación saludable.

Por ejemplo, si hay un alimento significativo en tu familia, que representa la unión familiar o el disfrute y es importante para vos, pero decidís dejar de comerlo porque te parece que es “malo” o insano, y eso te hace sentir incoherente con tus propios valores.

Autoestima:

La autoestima tiene que ver con tu valor personal, son esos pensamientos y sentimientos que tenés sobre vos misma, que determinan tus acciones.

Una baja autoestima te lleva a tener una percepción negativa sobre vos misma, a sentir mucha inseguridad y eso condiciona tus decisiones de la vida diaria.

Podes verla reflejada en tu diálogo interno, como es que te hablás y que cosas te decís.

Si por ejemplo odiaste tu cuerpo durante mucho tiempo y ahora sentís ganas de aceptarte como sos, pero a la hora de hacerlo crees que eso va en contra de lo que pensaste durante todos esos años o no te merecés esa aceptación.

Mensajes de la industria:

También hay factores ocultos que operan desde el afuera. La industria alimentaria a gran escala suele generar mucha confusión sobre los alimentos, o hasta incluso no generarte dudas, sino certezas de que estás consumiendo un alimento saludable cuando en realidad no lo es.

Muchas veces tienen el interés de convencerte de que ese alimento que promocionan es la receta perfecta para tus problemas con la alimentación.

Por ejemplo, los refrescos light generan un mensaje de que estás consumiendo un producto saludable, cuando en realidad tienen químicos artificiales que interfieren en los procesos normales del organismo.

Estos son algunos de los factores que podemos encontrar en esa cara oculta del vínculo con la alimentación, pero hay otros tantos. Todo va a depender de la individualidad de cada persona. Ponerle luz a esa “cara oculta” es encontrarte con esas pautas que están guiando tus decisiones y tu percepción actual con relación a tu alimentación, y es a partir de ahí que podés encontrar la estrategia que funciona mejor para vos.

Cada vínculo con la alimentación es único, ya que interactúan múltiples factores. El desafío que conlleva una enorme gratificación es encontrar eso que te hace bien, que te da bienestar real y te hace sentir tranquila con vos misma.

Nutricionista Allyson Monzon

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