Licenciada en Nutrición Allyson Monzón

Por qué deberías cuestionar lo que aprendiste sobre alimentación

La palabra cuestionar, según su significado etimológico, refiere a “poner en duda lo afirmado”. Por lo tanto, podríamos hablar de hacernos preguntas sobre esas “verdades”, y buscar respuestas, nuestras propias respuestas que derivan de dicho cuestionamiento. En otras palabras, no tomar nada por cierto porque si. Tener espíritu crítico con nuestra alimentación es muy valioso.

Una verdad que duele

Hoy en día existe muchísima información sobre alimentación. Este exceso de información genera más confusión que alivio.

La publicidad nos ofrece un sinfín de productos que muchas veces se presentan como “mágicos”. La mayoría de estos mensajes sobre alimentación no están orientados a mejorar la salud o la calidad de vida, sino que se mueven por intereses económicos. Es necesario saberlo y pasar por nuestro propio filtro toda la información que recibimos del marketing alimentario.

Se ve con claridad en la publicidad orientada a los niños, donde se utilizan dibujos animados que ellos reconocen, o que están de moda, para atraer su atención estableciendo una preferencia por ciertos alimentos, que podemos ver con facilidad que no son los más adecuados para su salud.

Mantener a la población enferma sostiene las ganancias de las corporaciones farmacéuticas y alimentarias, entre otras. Esta es la verdad que duele y que debemos saber. Pero creo que no se trata básicamente de ir en su contra, sino de estar a favor nuestro y de proteger el bienestar.

Teniendo presente esta verdad sobre la industria, y tras cuestionar esos mensajes podremos elegir los alimentos que queremos consumir desde un lugar mucho más consciente.

Hacer sin resultados

A diario realizamos muchas tareas de forma automática. Pongamos como ejemplo el desayuno. Lo más típico en nuestras culturas es desayunar café con leche y tostadas. ¿Alguna vez te detuviste a pensar si eso te da energía o te la quita? ¿Si realmente tenés hambre a primera hora de la mañana? Estas acciones que no son cuestionadas pueden estar disminuyendo tu bienestar, la capacidad de concentración y aumentando el cansancio ya desde la primera hora del día. Te invito a cuestionar aquella “verdad absoluta” que seguramente conozcas de “el desayuno es la comida más importante del día”.

Con esto no quiero decir que no sea importante para todas las personas, lo que planteo es cuestionarlo, hacerlo distinto, pasarlo por tu propia experiencia y desde allí evaluar.

En consulta he visto que modificando el desayuno se obtienen grandes resultados con respecto a la concentración y la energía disponible durante el día. Y pongo este ejemplo, pero podemos hacerlo con cualquier comida del día como también con los pensamientos que tenemos asociados a la alimentación.

Las herencias alimentarias

Heredamos de nuestra familia muchas de las creencias que hoy nos acompañan. Las creencias son pensamientos muy arraigados que derivan en acciones que se repiten durante mucho tiempo sin pararse a pensar si te están dando los resultados que esperas.

Si las observamos detenidamente, podemos encontrar tanto creencias que nos limitan como aquellas que nos fortalecen. Creo que reconocer que existen creencias potenciadoras nos brinda calma y nos impulsa de una forma más positiva a modificar aquellas que ya no queremos. Te comparto una creencia potenciadora que traigo de mi familia: el disfrute de comer. En casa estaba muy presente el placer de comer, nunca fue tabú, y creo que eso también ha ayudado a que no exista culpa ni excesos, ya que se vivía desde la tranquilidad.

Considero que lo más importante es darnos cuenta, reconocer cuales son las creencias que traemos y allí decidir con cuáles nos queremos quedar y cuales están obsoletas o no se alinean a las necesidades de este momento.

Para terminar, comparto un cuento breve del libro “Los secretos de la mente millonaria” de Harv Eker que nos hace reflexionar sobre este tema.

Una mujer prepara las rebanadas de jamón cocido para cenar cortándoles los dos extremos. Su marido, que ya había observado dicha práctica, le pregunta un día por qué corta los extremos del jamón. Ella le contesta: “Así lo hacía mi madre”. 

Resulta que la madre de ella venía esa noche a cenar. Así que le pregunta por qué cortaba los extremos del jamón, a lo que ella responde: “Mi madre lo hacía siempre así”. 

De modo que deciden llamar a la abuela por teléfono para hacerle la misma pregunta. ¿cuál creéis que fue su respuesta? “¡Porque mi sartén era demasiado pequeña!”.

Y vos, ¿que acciones repetís sin cuestionar?

Nutricionista Allyson Monzon

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