En este artículo conversamos sobre los beneficios de poner el foco en mejorar el vínculo con la alimentación, en esa integralidad de ver el proceso como un todo y no sólo centrarse en alimentos.
Primero lo primero, ¿a que me refiero con “vínculo con la alimentación”? Nuestra alimentación está atravesada por diferentes y múltiples factores, no sólo por los nutrientes que elegimos. Cuando hablo de vínculo con la alimentación me refiero a integrar ese conjunto de factores sociales, personales, culturales, todos los significados y pensamientos que tenés respecto a la alimentación sumado tus necesidades biológicas y lo que te hace bien a vos. Todo esto conforma lo que es la individualidad de cada persona. Cada persona tiene su propia historia y su propio presente con respecto a la alimentación.
Si solamente nos basamos en la cantidad de nutrientes que deberías consumir nos estamos perdiendo esa otra parte que, sinceramente te digo, es la que tiene más importancia, ya que es la que define nuestras decisiones, y como nos sentimos frente a nuestra alimentación y bienestar.

Mejorar el vínculo con la alimentación implica un viaje de autoconocimiento para encontrar que es exactamente lo que te hace bien a vos. Identificar que creencias, significados y pensamientos tenés en torno a la alimentación, que te está guiando en tus decisiones actualmente. Y a partir de ahí, modificar lo que ya no sirve y quedarte con lo que si suma para tu bienestar.
Si no trabajas en el vínculo con la alimentación, por más que sigas el mejor plan de alimentación del mundo seguramente no va a funcionar a largo plazo, simplemente porque dejó por fuera diversos significados que son super importantes.
Algunos ejemplos de factores que intervienen en el vínculo con tu alimentación son:
- Cómo era la alimentación en tu familia u hogar de origen.
- Qué mensajes escuchaste durante la infancia con respecto a la comida o al cuerpo.
- Cuáles alimentos forman parte de tu identidad, que tienen un significado importante para vos.
- Alimentos o preparaciones que te brindan alegría.
- Alimentos o preparaciones que te generan rechazo.
- Pensamientos frecuentes que tenés respecto a lo que comes.
- Percepción actual de tu cuerpo.
- Emociones que tenés asociadas a la alimentación.
Casos reales
Te comparto dos ejemplos de situaciones que he visto en consulta (los nombres están cambiados para mantener la privacidad).
El caso de Julia
Julia es una mujer de 39 años, nieta de italianos por línea paterna. Se crió cerca de su abuela italiana, una gran cocinera que le encantaba hacer pasta y pizza casera. Creció en una familia sana, que disfrutaban de los encuentros familiares. Durante su adolescencia comenzó a preocuparse por su físico ya que sus amigas hablaban constantemente de la importancia de la delgadez. Esto la llevó a buscar en internet dietas y a leer sobre restricciones y calorías. A los 25 años pidió cita para una nutricionista tradicional, que le indicó restringir al mínimo los carbohidratos y le dio un plan estructurado de sus comidas. Julia comenzó a seguir las indicaciones, y en las reuniones familiares empezó sentir una gran frustración ya que debía restringir los alimentos que tanto le gustaban y que preparaba su abuela con tanto amor. Esto la llevó a aislarse, a evitar ver a su familia y a sentir una gran culpa, lo cuál fue debilitando su autoestima.
En el caso de Julia, la pasta y la pizza tenían un significado muy importante para su identidad y su núcleo familiar. El conflicto apareció al restringir esos alimentos que le habían brindado tantas alegrías en su historia. Al olvidar esos factores se genera muchísima frustración y empiezan a asociarse emociones negativas con respecto a la alimentación. Trabajar el enfoque del vínculo con la alimentación le permitió integrar esos factores tan importantes para la individualidad. A su vez poder seguir sus señales de hambre y saciedad constituyen la herramienta fundamental para consumir los alimentos que tanto le gustan en la calidad y cantidad adecuadas, considerando, por supuesto, el disfrute.
El caso de Ana
Ana, creció en una familia muy estricta, le controlaban cada plato y le hablaban de mantenerse delgada para ser aceptada socialmente. Ella lo vivía con muchísimo dolor. Cuando fue creciendo, se reveló contra esos mensajes y comenzó a acumular comida en su habitación y comer a escondidas hasta sentirse desagradablemente llena. Esto le generaba mucha culpa y frustración, pero no podía parar de hacerlo, y cada vez lo hacía con más frecuencia. Cuando se fue de su casa, mantuvo esa conducta, y en cada momento que encontraba un límite estricto en su vida, recurría a la comida. En un momento se dio cuenta que necesitaba ayuda para sentirse mejor con su alimentación.
¿Crees que un plan de alimentación estructurado sería la solución para Ana? Sin dudas que no. Trabajar el enfoque del vínculo con la alimentación le permitió que se contemplara toda su historia, pudiendo reconsiderar los mensajes tan arraigados que Ana traía con relación a su comida.
La visión del el vínculo con la alimentación te permite tener un enfoque más amplio de todo lo que es importante, y desde allí encontrar la mejor estrategia, considerando tu individualidad.
Beneficios de trabajar en el vínculo con tu alimentación:
- Considera tu historia personal y tu individualidad para lograr la mejor estrategia que se adapte a vos.
- Lograr cambios reales, según tus necesidades y situación puntual.
- Tener una visión de la alimentación más generosa, y amable.
- Permite entender tu historia y a partir de ahí crear la forma en la que decidís vincularte hoy con tu alimentación.
- Fortalecer la autoestima.
- Empoderarte con tu proceso y que las decisiones que tomes estén alineadas a lo que vos realmente necesitas.
- Te devuelve tu valor personal, independientemente de los mensajes del afuera (la industria, la cultura, la sociedad).
- Ayuda a gestionar las emociones asociadas a la alimentación.
- Te motiva a tener una visión de mayor aceptación de tu cuerpo.
Sólo algunos beneficios de mejorar el vínculo con tu alimentación
Estos son algunos de los beneficios, pero hay muchos más, porque el proceso es individual y cada persona encuentra también sus propios beneficios según su situación. Lo importante es que siempre se busca un mayor bienestar y una tranquilidad en el vínculo alimentario.
Este proceso protege la diversidad de posibilidades y el poder personal y te aleja de los mensajes del afuera que muchas veces instauran un gran daño a nivel emocional.
Si estás haciendo algo que sentís que no va alineado con tus valores y necesidades, no tenés que seguirlo, el problema no está en vos ni en tu falta de voluntad, el conflicto está en que ese modelo no se adapta a tu individualidad.
Aún nos queda mucho por hacer, pero si cada vez más las personas nos animamos a decir “esto no es para mi”, y permitimos seguir buscando aquello que nos hace bien. De esta manera vamos a estar no sólo protegiendo nuestra integridad biológica y emocional, sino que también vamos a fomentar otro tipo de miradas desde el otro lado, que nos consideren como lo que somos, seres human@s integrales.
