Licenciada en Nutrición Allyson Monzón

La importancia de naturalizar el disfrute alimentario

En este artículo quiero plantear el tema de como disfrutar más de comer es una gran aliado para una alimentación sana.

Quiero empezar haciéndote una pregunta, para que reflexionemos juntas. Si no fuera parte de nuestra alimentación el hecho de disfrutarla, a nivel biológico ¿tendríamos nuestros sentidos disponibles para hacerlo?

Por mi parte te digo que estoy segura que nuestra alimentación es para disfrutarla, y que no podemos olvidarnos de este punto a la hora de establecer un vínculo sano con ella. La biología no se equivoca, si nos pone a disposición los sentidos para percibir aromas, sabores y texturas, para disfrutar de los alimentos, ¡aprovechémoslos!

Te confieso que me encanta hablar de disfrute alimentario, es por eso que es una de las líneas de mi trabajo. El placer de comer es algo que siempre tengo presente en las sesiones y también en mi vida. Porque además creo que es un punto muy importante de la alimentación. Pero no se le suele dar el valor que de verdad tiene, algo que queda en el olvido, aunque realmente hace la diferencia a la hora de vincularnos de forma sana con la alimentación.

¿Por qué creo que es necesario naturalizar el disfrute?

Con tanta información sobre nutrientes dando vueltas, sumado a la industria alimentaria recomendando cada día el alimento mágico que nos salvará de todos los males, la industria de la delgadez promoviendo estándares corporales irreales (y facturando millones gracias a los complejos), las dietas, los planes de alimentación estructurados, además de generar una gran confusión, ¿dónde quedó el disfrute? ¿por qué no se habla de esto? Creo que el mayor problema es que no es rentable, la frustración si lo es. Una sociedad feliz es una sociedad que consume mucho menos.

Frente a todo este panorama tan guiado por la mente nos olvidamos de lo que nos brinda satisfacción en la vida diaria. La mente queriendo ganarle a la biología, una batalla que no tiene sentido. Cuando hacemos que la mente sea nuestra aliada (en vez de la enemiga), empezamos a percibir todo diferente. Nos permitimos el maravilloso placer de disfrutar de lo simple de la vida. Que ahí es dónde radica el mayor disfrute.

Como disfrutar para comer mejor: hambre, saciedad y disfrute

Si me conoces o leíste algunos de mis otros artículos ya sabes que creo que el cuerpo es soberano, y que nos envía señales constantemente sobre lo que necesita, como ya dije la biología no se equivoca. La sensación de hambre y saciedad nos guían hacia una alimentación adecuada, solo necesitamos amplificar esas señales y darles la importancia que necesitan, así van a mostrarnos el camino correcto.

Dudar de la sabiduría de nuestro cuerpo es como poner en duda una flor, un árbol o un océano. Somos creación de la naturaleza y es ella quien sostiene la vida.

La sensación de hambre nos muestra la necesidad de recargar energía y la de saciedad nos permite encontrar el límite, el momento en que el cuerpo nos avisa que ya está cómodamente satisfecho. Teniendo esto en cuenta, ¿Cuándo disfrutamos más de comer? Pensemos en tres momentos: cuando no tenemos hambre (tanto como si aún no se manifestó como si ya alcanzamos la saciedad) los sentidos no están disponibles para disfrutar. Por su parte cuando tenemos un hambre voraz los sentidos se pierden la posibilidad de expresarse porque el acto de comer pasa a ser mecánico. Pero cuando tenemos un hambre moderada los sentidos están completamente disponibles para sumarse al festín.

Comer con hambre moderada sin dudas es lo que más beneficios trae al organismo. Ya que seguimos esa señal genuina y, justamente, es cuando más se disfrutan los alimentos.  Si durante la ingesta, disfrutas de comer, no vas a sentir la necesidad de terminarte todo lo que tenés a mano, el disfrute participa de ese límite natural dando paso a la saciedad.

El disfrute participa en la saciedad y brinda información sobre la cantidad adecuada.

El miedo a disfrutar

Para las personas que han hecho dietas o planes restrictivos, disfrutar de comer les puede parecer aterrador. Debido a que esos modelos promueven todo lo contrario, y asocian los “resultados” a evitar el deseo, por tanto, se puede haber desconectado el disfrute de comer o vivirse con mucha frustración.

Imaginate que te querés comer un helado, pero como está en tu lista de “prohibidos” decidís comerte un postre dietético. Al terminarlo vas a seguir con ganas del helado. Quizás decidas comerte otro postre dietético, y otro y otro. Pero al final del día vas a seguir deseando el helado. Y puede que te vayas a dormir con esa frustración o que decidas finalmente comerte el helado, pero como rompiste tu propia regla y sentís que “tiraste la chancleta” te comes un litro de helado. Y ahora te vas a dormir con frustración, culpa y habiendo consumido un montón de químicos artificiales por los postres dietéticos.

Entonces empecemos de nuevo, imaginate que tenés ganas de comer el helado, y te comés el helado disfrutando cada bocado hasta que empezás a sentirte satisfecha. Seguramente alcances la saciedad muchísimo antes de terminarlo. Entonces guardás lo que queda del helado y seguís con tu día.

La sensación de comer hasta llegar al descontrol no está contemplando el disfrute. Comer sin parar, justamente no deja lugar a que participen los sentidos.

como disfrutar de comer

Comprobalo vos misma, podes practicar con este ejemplo. Eso si, si decidís hacerlo entregate de verdad al disfrute (sino no vas a poder comprar la diferencia) y si querés después me contás como te fue, me va a encantar saberlo.

Culpa asociada al placer

Me pregunto de dónde vendrá el tabú del placer de comer. Puede ser una connotación religiosa que impacte a la sociedad y la cultura. Y es que en nuestra sociedad el disfrute está mal visto. Sino pensá ¿qué es lo que está más naturalizado en nuestra sociedad: quejarse o andar feliz por la vida? Parece muy loco, pero quejarse es mejor visto que tener una actitud optimista.

La culpa aparece cuando pensamos que rompimos una regla que nos habíamos impuesto, y acá quiero decirte que lo más sano es revisar esas reglas ya que pueden estar obsoletas o mal formuladas.

Comer disfrutando no sólo no le hace daño a nadie, sino que permite experimentar una de las funciones más importantes de la alimentación, poner los sentidos a disposición de la experiencia. Lo que el cuerpo mismo nos permite.

Y cuando hablo de disfrute de comer no me refiero a la gula o a la glotonería. Nada más alejado de lo que quiero plantear en este artículo. Hablo simplemente de disfrutar. Naturalizarlo nos permite ser más optimistas, un aspecto fundamental para el bienestar tanto físico como mental.

Si cuando termines de leer el artículo al menos lo cuestionas, yo me quedo contenta, y si tenés ganas de llevarlo a la práctica mucho más.

Rico y nutritivo, ¡claro que si!

Uno de los mitos más grandes en la alimentación es que los alimentos ricos son comida chatarra o ultraprocesados, y los alimentos nutritivos no tienen gracia.

La realidad es que todavía hay mucho por hacer para derribar este mito. Y en esto la mayoría de los hospitales son los primeros que se encargan de mantener asociados los alimentos “sanos” con la falta de placer. Algunos ejemplos son el típico zapallo sin sal, sin gusto (sin ganas de comerlo) y el caldo aguado. Trabajé en hospitales y yo también viví eso. Las mismas preparaciones con más amor y sabor cambiarían completamente. 

Por su parte, se asocia el disfrute de comer a hacerlo en exceso y basado en alimentos llenos de grasa, azúcar o sal. ¿Pero esto es realmente así? Puede pasar que este mensaje a nivel social esté muy arraigado. También es algo reforzado por la industria en esa constante puja entre “lo saludable” y “lo deseable”, ellos muestran esos alimentos “deliciosos” en forma de ultraprocesados.

El “disfrute” a partir de de los excesos y de los alimentos ultraprocesados es un disfrute efímero, frecuentemente veo que se vive como una carrera, queriendo llegar al final sin apreciar el camino.

Resignificar el disfrute

Los alimentos ultraprocesados, son los que MENOS posibilidad de disfrute nos brindan, siempre tienen el mismo sabor (como dije azúcar, sal o grasa). Cuando biológicamente tenemos la capacidad de percibir muchísimos sabores más, en este caso nos estamos perdiendo una infinidad de posibilidades sensoriales.

Yo propongo hablar de disfrutar el momento, de saborear los alimentos, percibir sus aromas. Aunque tampoco en un extremo de demorar 2 horas en comer. Te propongo ir por el punto medio. Ahí donde encontramos el equilibrio.

Pongamos el ejemplo de los orgánicos, es ampliamente conocido que son los alimentos con mayor calidad sensorial, justamente porque no están intervenidos por químicos que interfieren en su sabor, olor y textura. En mi experiencia, desde que comencé a consumir orgánicos diariamente, nunca disfruté tanto de mi alimentación como hasta ahora.

Entonces, frente a todo lo dicho anteriormente, te propongo dejar de pensar en el disfrute de comer como si sólo estuviera asociado a una cantidad en exceso o a los alimentos ultraprocesados. Saquémonos de la cabeza la idea de que sólo disfrutamos en “ocasiones especiales” o cuando te permitiste salirte de tu alimentación habitual. Demos paso al disfrute diario, de lo simple en lo cotidiano, sin miedos y sin culpa.

A modo de conclusión

Te darás cuenta que contar calorías como si fuera un acto mecánico no nos aporta información interesante a la hora de comer. Sin embargo, seguir las señales de hambre y saciedad y además dar paso al disfrute permite tener una experiencia placentera con la alimentación. Todo es información disponible, lo que ya traemos de nacimiento. No necesitamos fórmulas mágicas ni que otras personas nos digan cuando y qué tenemos que comer. Es mucho más simple de lo que parece, se trata de reconocer la sabiduría del cuerpo y dejarnos guiar por ella.

Nutricionista Allyson Monzon

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