Licenciada en Nutrición Allyson Monzón

Cómo dejar de ver tu alimentación como una enemiga

Sentir que el alimento es el enemigo puede estar relacionado con la historia de tu vínculo con la alimentación y manifestarse como consecuencia de distintos factores. Si sos una de esas personas que sienten que comer es sufrir, que es como estar en un campo de batalla o que muchos alimentos parecen ser el enemigo, seguí leyendo que quiero darte consejos para que puedas empezar a cambiar esa percepción.

Sufrir la alimentación

Esa sensación puede estar guiada por los pensamientos asociados a comer o a ciertos alimentos, por eso es importante reconocer que es lo que no te está permitiendo vincularte de forma sana con la alimentación en este momento. Cambiar lo que pensamos sobre nuestra alimentación es lo que hace la diferencia, y es un paso súper importante a la hora de tener un buen vínculo con ella.

Es sustancial identificar cómo se configuró esta dificultad. Puede haber distintos factores que hayan puesto al alimento en ese lugar. A continuación, te dejo 3 escenarios posibles de lo que veo frecuentemente en consulta y recomendaciones sobre qué hacer en cada caso.

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Pero antes, quiero aclarar que cambiar la forma de vincularnos con la alimentación es un proceso personal, que puede llevar un tiempo (que sin dudas vale la pena) y que si al día de hoy no contás con las herramientas para hacerlo se pueden desarrollar. Lo que vas a leer a continuación es parte de lo que trabajo en consulta, el acompañamiento puede ser clave dependiendo de la situación en la que te encuentres. De todos modos quiero compartirte por acá algunas estrategias para que desde tu autonomía puedas trabajar tu vínculo con la alimentación.

3 conflictos con la alimentación y que hacer en cada uno:

1 - Haber tenido padres o referentes estrictos con tu alimentación.

Si en tu infancia recibiste mensajes controladores con respecto al alimento o a la cantidad, puede haber quedado asociada una creencia de que ciertos alimentos son “malos” o que no deberías comer algo porque ya habías comido demasiado. En este caso, al día de hoy pueden quedar significados asociados a esos mensajes.

Los padres hacen lo mejor que pueden con las herramientas que tienen, y en ese momento pensaron que era lo correcto sin darse cuenta de que podrían estar generando un daño a largo plazo. Por su parte, durante la niñez no contamos con las herramientas para afrontar ciertas situaciones, por lo que las situaciones incómodas tienen un gran impacto en nuestros pensamientos de ahí en adelante, hasta que los trabajemos claro.

Si esto se trabaja se puede revertir, pero si todavía “cargás” con estos mensajes seguramente están obstaculizando un buen vínculo con el alimento.

¿Que hacer?

Te propongo que hagas un viaje a la mesa familiar en tu infancia y veas si existían mensajes negativos respecto a tu manera de comer. Identificarlos es el primer paso para liberarte de ellos, y así establecer nuevas normas que te permitan tener un mejor vínculo con la alimentación. Puede ser que con esos recuerdos te des cuenta de ciertos comportamientos que estás teniendo al día de hoy. Una vez que los identifiques cuestionalos, y preguntate si esos mensajes son válidos para vos ahora, si te aportan o te limitan. Si identificás que en este momento ya no te sirven, pensá en nuevas formas de verlo, en cómo querés y elegís vincularte ahora con el alimento. Con tus herramientas de ahora o buscando nuevas que te permitan liberarte de esas creencias.

Podes hacer una lista de esas frases y al lado generar tu nuevo pensamiento en cada frase, y dejártela a mano para cuando lo necesites, los viejos pensamientos tardan un poco en irse, pero a medida que te repitas la nueva forma de pensar va a ser más fácil.

2 - Haber hecho dietas o planes de alimentación estructurados.

Cuando no hay flexibilidad en la alimentación, y tenés que comer los alimentos que otra persona dijo que eran los adecuados para vos se produce un efecto de “rebeldía”. La realidad es que no nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer, y menos cuando se trata de comer. Quizás en un momento te haya servido de guía, pero a la larga este formato no se sostiene, porque entre otras razones, no da lugar a la flexibilidad ni deja que expreses tu libertad y autonomía. Pensalo, si alguien te dice que a partir de ahora no podés comer tu comida favorita, ¿cómo te sentirías?

Las dietas, o los planes que tienen una lista de “prohibidos” o alimentos restringidos, generan la idea de que hay alimentos buenos o malos. Si hiciste dietas durante mucho tiempo seguramente generaste una “lista negra de alimentos”, y posiblemente en esa lista encuentres algunos (o muchos) que te gustan. Esto genera un conflicto a nivel mente/deseo, tu mente te dice que “no deberías” porque ese alimento es “malo”, pero por otro lado te morís de ganas de comerlo, y podés vivir en ese ciclo durante mucho tiempo, generando mucha frustración respecto a tu alimentación. Y ni te digo la culpa que se genera si finalmente comes ese alimento prohibido, probablemente lo hayas vivido.

¿Que hacer?

Mi mayor consejo acá es alejarte de las dietas y de los planes de alimentación estructurados, dejar atrás esa versión de vos que se vincula con el alimento como un enemigo y de forma rígida. Esto requiere de un compromiso de tu parte y la verdad es más sencillo de lo que parece. Empezá de a poco, validando que no hay alimentos buenos ni malos. Yo en este momento promuevo la idea de que hay alimentos nutritivos y no nutritivos, pero que todos son válidos y según el momento podés elegir entre unos y otros. Los alimentos no sólo cubren nuestras necesidades biológicas, sino que también tienen un gran significado afectivo.

Va a ser mucho más sano que te comas un pedazo de chocolate cuando tengas ganas, a que lo estés deseando durante mucho tiempo y cuando vayas a comerlo te comas 5 tabletas. A su vez, si empezás a incluir estos alimentos que antes estaban con la etiqueta de enemigo, de a poco vas a ver que va perdiendo ese significado de “maldad” y que ya no los querés elegir todo el tiempo, ni los deseas tanto como antes; sino que vas a poder comerlos con tranquilidad cuando realmente tengas ganas y disfrutarlos.

3 - Tener muy arraigado el ideal de delgadez y las críticas al cuerpo.

Otra de las maneras que veo que se desarrolla una idea conflictiva del alimento es tener muy naturalizada la idea de que tenemos que estar flacas y pensar todo el tiempo que tenés que bajar de peso.

Si te sentís identificada con esta situación, hasta puede pasar que cada alimento, sea cual sea, se transforme en enemigo. Porque sentís que comer te aleja de tu objetivo de estar flaca.

Entiendo que tu deseo pueda ser estar delgada, y no te juzgo, por supuesto que no, ya que esto es una consecuencia de la sociedad en la que vivimos. Lamentablemente a nivel social, cultural y de la industria se promueve la delgadez como símbolo de éxito, de salud y de belleza, entre otras cosas. Estas creencias tan fuertemente arraigadas se permiten el atrevimiento de asociar el valor personal de alguien en función a su cuerpo y apariencia. Pero déjame decirte algo importante, la delgadez no te hace más valiosa, tu valor personal está intacto, independientemente del cuerpo que tengas.

¿Que hacer?

En este caso, para amigarte con el alimento y deshacerte de estas creencias que te limitan, creo que es interesante poder desarrollar tu confianza y autoestima. Y por su parte también agradecer todo lo que tu cuerpo hacer por vos (si, hace muchas cosas aunque a veces no nos detengamos a pensarlo).

Para desarrollar tu confianza y autoestima empezá dejando de compararte, algo muy frecuente en este tipo de creencias, no tiene sentido compararse con otras personas. Muchas veces te imaginás una idea de la otra persona, pero no sabes cuál es su realidad. Esto pasa mucho con las fotos en redes sociales, podés empezar haciendo una limpieza de las cuentas que te provocan pensamientos insanos, y a cambio empezar a seguir cuentas que te inspiren, que hablen de autoestima y desarrollo personal. Otro aspecto importante para empezar a desarrollar tu confianza es tratarte (y hablarte a vos misma) con respeto y generosidad. Si estás acostumbrada a criticarte y ser demasiado exigente con vos misma al principio puede ser más difícil, pero si empezás de a poco lo vas a lograr. Te puede ayudar pensar en cómo tratás a una amiga muy querida, como le hablás, y replicarlo contigo.

Espero que estas recomendaciones te sean útiles para empezar de a poco a ver al alimento como un aliado, como la fuente de nutrientes y de placer que es en realidad. Lo más importante acá es que empieces, si no empezás a hacer algo al respecto nada va a cambiar, podés tomar las recomendaciones como la guía para iniciar el nuevo camino hacia una versión de vos que vive una relación sana con tu alimentación.

Nutricionista Allyson Monzon

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